Ayer oficialmente comenzaron las vacaciones de invierno de los pequeñitos, y cual fue el peor lugar elegido para asistir? Si, Disney on Ice. La realidad es que no pude resistirme a la magia que rodea al maravilloso mundo de Disney. Cuando era chica, el evento de las vacaciones de invierno era precisamente ir al cine a ver la película estreno del Imperio Mickey Mouse. Este año decidí recrear un poco esa sensación, y además alejarme de todo lugar llamado shopping o centro de compras. El sábado pasado hice uso y abuso de los outlets de Palermo; y aún cuando todo lo que compré puede considerarse inversión, este fin de semana debía ser austero.
Volviendo al espectáculo del día de ayer, y con la clásica musiquita de Disney resonando en mi cabeza, debo decir que fue maravilloso -sobretodo el final del primer acto-. Hubieron dos momentos en los que me costó mucho seguir con la magia: la aparición de Nemo, Simba y Nala. Al son de los gritos desaforados de los niños, me di cuenta que mi capacidad de imaginación era un poco acotada: no tengo el poder de creer que esos animalitos tan simpáticos de película se convierten en personas patinando con caras un poco bizarras. Todo lo demás increíble.... no faltó ninguna de las princesas de Disney, aquellas con las que tanto nos hemos identificado; los vendedores de la puerta, intentando a toda costa imponer esas capas berretas con la cara de blancanieves deformada o las espadas luminosas que son tan insoportables al momento de la función.
Ahora bien, y volviendo al tema de princesas, acabo de leer que la zorra de Cenicienta, en su nueva versión cinematográfica, va a usar zapatos Christian Louboutin. No sólo se va a quedar con el hermoso y soñado príncipe, sino que también tiene un diseño especial de los zapatos de suela colorada más lindos que dio la humanidad. Eso es lo que podemos definir como verdadero cuento de hadas (hasta me animo a decir que el príncipe deja de ser el protagonista principal del baile). Esa noche, más que nunca, me gustaría ser Cinde...
Los zapatos son simplemente soñados.... adornados con cristales Swarovski y pequeñas mariposas. Aunque Carrie Bradshaw no cree en los cuentos de hadas, se que por ese par de zapatos dejaría de lado todo su escepticismo. Y también coincidiría con el Señor Louboutin, “un par de zapatos pueden transformar a cualquier mujer en una Cenicienta moderna”
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