martes, 3 de julio de 2012

Pasión de Multitudes I


La verdad de la verdad es que no me considero una persona envidiosa, excepto claro, cuando veo que alguien más tiene la percha con el último vestido del local. Sin embargo, una envidia sana que siempre le tuve a los hombre es su pasión por el fútbol. Mundiales, campeonatos locales, copas internacionales, estrellas como Messi despiertan el interés, pasión y conversaciones interminables entre amigos. El punto de encuentro que tienen para jugar el partido de la semana, la juntada con los comentarios del partido me provocan una pregunta del tipo: y nosotras que tenemos? 

No digo que muchas mujeres no compartan la pasión por el fútbol, y debo conversar que me divierte un poco seguir a mi equipo, pero... no es el mismo sentimiento que ellos tienen. Por mucho tiempo me hice esa pregunta. Pensaba como opción el amor por la ropa en general, con la semana de la moda como su manifestación semestral, pero no me convence: no es específico (tendríamos solo dos veces al año de alegría). Los jeans? Aunque soy una obsesiva, son muy particulares, y no para todas las ocasiones.  Los vestidos? Misma suerte que los jeans. Les confieso que llegaron a la final las carteras, y casi que no se si no me equivoco en la elección final, pero... elijo los zapatos

Los zapatos como el fútbol son despiertan pasiones. Cuando los vemos en la vidriera, allí paraditos esperándonos para ser probados, nos genera una adrenalina similar a la que sienten cuando el equipo sale a la cancha para jugar el clásico del domingo. Cuando están en nuestros pies y calzan perfecto, cuando ya tenemos en la imaginación todas las posibles combinaciones de uso con la ropa que tenemos y con la que aspiramos tener: situación en el área rival a punto de patear al arco. Ni decir cuando la tarjeta de crédito pasó y recibimos la bolsa con la caja enorme que nos saca la circulación de los brazos, ese es el momento claro de gol


No todo es alegría en nuestro fanatismo por ellos, los zapatos. Como sucede cuando los equipos pierden, aquellos demasiados altos nos duelen si no estamos acostumbradas. Y viene la pregunta obvia: quién me mandó a comprarlos? (en términos de los hombres: Papá, por qué me hiciste hincha de este equipo?). Creo que no tengo ni que mencionar el hecho que las entradas o los zapatos estén agotados, se convierten para hombres y mujeres en necesidades básicas.

Así como hay muy pocos hombres ajenos a la pasión del fútbol, puedo contar con los dedos de las manos las mujeres a las que no le apasionan los zapatos. Finalizo con otra comparación que refuerza mi teoría, muchos hombres sueñan con lucir la camiseta de su equipo el día de su boda, diganme si todas no morimos cuando Mr. Big selló el compromiso con Carrie con aquellos maravillosos Manolos.

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