sábado, 7 de julio de 2012

Conclusiones de rebajas


Ayer comencé el fin de semana de una de las mejores maneras, saliendo del trabajo temprano (bueno, en realidad a la hora que corresponde) y yendo al shopping con una amiga “sólo” para chusmear un poco. La excusa era comprar un regalo, pero también la caza de descuentos del 40% del banco. Debo decir que hemos tenido un comportamiento ejemplar, ajustadas sólo a la compra del regalo! Pero mientras entrabamos y saliamos de los locales, observar a las mujeres y situaciones me llevó a pensar en tres cosas.

1 - Todas necesitamos un Sale dos veces por año. En particular creo que el de mitad de año resulta mucho más importante. ¿Por qué? La mayoría nos vamos de vacaciones en verano, y las que no tenemos la suerte de tomarnos una semana para esquiar en invierno (lo cual sería una excelente excusa para salir a equiparnos con ropa pertinente), podemos esperar ansiosas esa etapa para canalizar el cansancio y estrés de 6 meses de trabajo. En este sentido, tres cosas son importantes: una fecha determinada de inicio, que nos permita contar los días para el momento tan esperado; verdaderas rebajas, en el ideal más del 70%; y muy importante, contar con amigas dispuestas a caminar hasta quedar exhaustas con la tarjeta a punto desintegrarse. Acaso no sufrimos el cargo de la tarjeta en los meses luego de las vacaciones? Quiero la misma sensación a mediados de año!

2 - Este es un caso para ser analizado por psicólogos o sociólogos: la personalidad de las mujeres se manifiesta en su máxima expresión cuando hacen shopping. Aquellas decididas, seguras de sí misma, entran a los locales a “comerse” los percheros. A los tres minutos, tienen en sus manos mínimo cuatro prendas para probarse (sin contar con las combinaciones de colores que también van a pedir). Sólo miran a otra mujer si tiene alguna prenda que le llame la atención, o en su defecto, si tiene alguna bolsa importante (quiero decirles que ayer envidié no sanamente a una chica con una enorme bolsa de Jackie Smith). En cambio, las inseguras, entran al local como pidiendo permiso, y lo primero que hacen es mirar a la venderora. De alguna manera, pidiendo su ayuda o aprobación. Van percha por percha buscando y se detienen largo rato en cada una. En cambio, la segura se maneja en zig-zag: de los tapados, a los pantalones y de ahí a vestidos y remeras o sweaters. Es una “topadora”. 

3 - Considero la compra de ropa como una gran inversión, pero ayer me di cuenta que pienso el retorno de cada prenda de manera distinta. Un caso ejemplar es el de los vestidos: justifico pagar un precio significativamente más alto porque en realidad implica vestir sólo una prenda, y además me ahorra el estrés de pensar de como combinar camisas/sweaters con pantalones/polleras. Además, la verdad verdadera es que amo los vestidos!

Como verán, y si bien no compramos nada más que el regalo, fue una tarde muy divertida de shopping y un excelente comienzo de fin de semana largo!

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