Todo comenzó en un viaje sola por Italia (si, el mismo del “I do..."). Me habían recomendado probar la auténtica pizza, pasta y helado italiano, pero estaba más interesada en conocer Piazza Spagna y las escalinatas de Roma Alta Moda. Pero antes estaba Venecia y Firenze, dos ciudades increiblemente lindas que estaba ansiosa por conocer.
Recién llegada a la estación de tren de Venecia, con mucho equipaje encima (cuando me refiero a muchas valijas, realmente son muchas) tenía que salir a buscar el hostel. Más de dos horas tarde en entender la lógica de las veredas y puentes venecianos, pero finalmente me esperó una habitación y una ducha reparadora que me permitió salir recuperar energías y salir a caminar. Obviamente elegí un outfit acorde: jeans, remera blanca, ballerinas negras y mis nuevos Ray Ban Aviator.
Además de las ya mencionadas recomendaciones, confieso que también me habían advertido de la fama de los italianos. Frases como “son tremendos” habían sido una constante en la previa del viaje, incluso en el boca en boca mientras recorría otras ciudades europeas. Con Venecia fue amor a primera vista, no así con su gente.
Mientras recorría el camino en tren con destino me di cuenta que no había sido un problema de los italianos. Todo era un problema de actitud, de cómo caminaba y enfrentaba al mundo con estilo y esos simples jeans con remera blanca. Entonces hice la prueba: vestida muy sencilla con mis Ray Ban-nuevo mejor amigo, salí a recorrer sus calles. Pero esta vez miré a Firenze como si fuese una pasarela, caminando como si de pronto hubiese llegado la semana de la moda. Creáse o no, no pasaron dos cuadras cuando un italiano me pidió sacarse una foto conmigo. Obviamente fue mi momento de estrella y acepté feliz. Todo es una cuestión de elegir cómo queremos que el mundo nos vea, con Ray Ban?
Después llegaría Roma, caminar por Piazza Spagna, y visitar la tienda de Gucci... (y visitar el Panteón).
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